El telescopio de Herschel


Hoy hablamos de una noticia de astronomía, ya que estamos estudiando los astros con 1º de eso. En concreto de uno de los instrumentos usados para estudiar el cielo y que además, tiene nombre propio: el telescopio de Herschel.
William Herschel (1738-1822) fué músico y astrónomo y dentro de sus descubrimientos astronómicos se encuentra el planeta Urano. Pues bien, nuestro rey Carlos IV le mandó construir un telescopio para el Real Observatorio Astronómico situado en el madrileño parque de El Retiro.
El deslumbrante ingenio, el más avanzado de su época, llegó en barco desde Londres a Santander y fue trasladado pieza a pieza a lomos de caballerías, que cruzaron la cordillera cantábrica, enfilaron la meseta y llegaron a Madrid, donde el telescopio quedó instalado en el cerrillo de San Blas, al sur del Retiro, en 1805. Sin embargo, poco tiempo pudo Madrid lucir aquel prodigio: tras la ocupación del parque por las tropas de Napoleón Bonaparte en 1811, no sólo el telescopio, sino también el Observatorio entero, quedaron semidestruidos.
El potente telescopio, de 25 pies de longitud y 63 centímetros de diámetro, se ve hoy como lo estuvo entonces, inclinado sobre un formidable bastidor de madera bruñida. Un sistema de poleas izaba a los observadores hasta la boca del telescopio, por donde se asomaban. La luz astral se adentraba por el mismo cañón y se reflejaba en un espejo situado en su extremo, en diálogo con otro espejo curvado ubicado en la boca. Herschel logró con este telescopio, y gracias a una idea heredada de Isaac Newton, eludir una aberración cromática que hasta entonces mostraban los telescopios fabricados con lentes refractoras.

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